ENTREVISTAS

«El amor nace, vive y muere, como todo en la vida»

«Reivindico la felicidad de esos pequeños momentos de los que a veces no somos muy conscientes porque equiparamos la felicidad con algo incomparable, con un momento único. Yo creo que la felicidad es más bien el saber aprovechar esos momentos de paz con uno mismo o de sintonía con la persona o personas que tienes cerca. Y eso puede suceder en un viaje en tren, o paseando por la calle o mirando desde un bar o hablando con la persona que te atrae. La felicidad está hecha de esos pequeños instantes que la vida nos regala y que a veces no somos muy conscientes del valor que en el fondo tienen», señala el poeta Karmelo C. Iribarren (Donostia, 1959). «Toda mi poesía tiene que ver con la mirada a los hechos cotidianos. Lo que suelo hacer es, frente a un hecho nada espectacular, que nos sucede a todos, yo trato de mirarlo de otra manera. Ese hecho, en una primera mirada te está diciendo algo pero seguramente si uno lo observa detenidamente te está diciendo algo más o varias cosas. Muchos de mis poemas son la traducción de eso otro que te dice el hecho cotidiano y que suele pasar desapercibido», añade Iribarren.

Estos días coinciden en las librerías dos antologías de Karmelo C. Iribarren. «El amor, ese viejo neón» (Editoria Aguilar), que recoje una selección de sus poemas de amor y desamor, y «Pequeños incidentes» (Visor Libros). De su poema «El amor, ese viejo neón al que aún se le encienden las letras», nace el título del primero de estos libros. «No hay ningún secreto para que las luces del amor se mantengan prendidas», afirma Karmelo C. Iribarren, «el amor requiere un cuidado por parte de ambas personas pero a veces tiene una vida propia y por mucho que uno ponga de su parte igual no es suficiente. Y es que el amor nace, vive y muere, como todo en la vida».

«A partir de los 4 o 5 últimos libros, las calles de mi ciudad, Donostia, San Sebastián, están muy presentes en mi poesía. Lo que no aparece es una loa al país, eso no. Esta poesía no es política, de eso me he cuidado mucho siempre. Es una poesía de la vida, de la gente, de la observación. Yo no pienso en mi país, en todo caso pienso en lo que pasa en las calles de mi país», reconoce Iribarren al hilo de los cambios que provoca el paso del tiempo. «No me interesa demasiado la política. Siento mucho el sufrimiento que ha habido en este país pero yo procuro vivir mi vida por otro lado. Supongo que al que vive de ello tiene que interesarle, a los periodistas y tal, pero a mi no me aporta nada y prefiero vivir mi vida al margen», señala el poeta en relación con la entrega de todas sus armas que ha anunciado ETA para este próximo sábado. «No sólo aquí, en el País Vasco, en Euskadi, en cualquier parte del mundo la paz es una palabra que se presta bastante a la demagogia. Está hablando de paz el que compra las armas. Es un poco sucio todo aunque supongo que no hay más remedio porque el asunto está muy envenenado en todo el mundo», explica Karmelo C. Iribarren.

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