ENTREVISTAS

«El reconocimiento social e institucional de las minorías religiosas debe cambiar para que las veamos con normalidad democrática»

«No debemos olvidar que la libertad de conciencia y religión son derechos humanos reconocidos por los más altos órdenes normativos internacionales aunque es verdad que a nivel estatal, igual que otras muchas libertades, son recientes, de hace apenas 40 años. Además, el trasfondo histórico, social y cultural que hemos tenido ha sido el de un monopolio de la religión católica con una falta de apertura a otras religiones», señala el sociólogo Gorka Urrutia Asua, director del Instituto de Derechos Humanos Pedro Arrupe y autor del libro «Minorías religiosas y derechos humanos. Reconocimiento social y gestión pública del pluralismo religioso en el País Vasco», editado por Akal. «Culturalmente, socialmente, esa falta de apertura a las religiones minoritarias está también bastante arraigada y tendrá que pasar un tiempo para que la brecha de implementación de esos derechos humanos pueda ir reduciéndose. Eso sí, al mismo tiempo hay que trabajar en varios ámbitos, dos muy claros: el del reconocimiento social de la opinión pública y el del reconocimiento institucional. Y ahí es donde yo detecto otra carencia ya que por parte de la administración pública hay una falta de conocimiento de las minorías religiosas en cuanto a su implantación y a los derechos que las amparan. Y también una falta de reconocimiento institucional que incide, sin duda, en el reconocimiento social, en que el resto de los ciudadanos veamos la presencia de otras confesiones, incluso la católica, con la normalidad que debe caracterizar a una democracia liberal como la nuestra», añade Gorka Urrutia.

«Algunas diversidades, algunos elementos identitarios, se venden mal, sí, pero la diversidad en general no es algo negativo», reconoce el sociólogo Gorka Urrutia Asua. «Por ejemplo, la diversidad lingüistica. ¿A quién no le gustaría hablar cuantos más idiomas mejor, poder comunicarse en varias lenguas? Otra cosa es que la diversidad, la pluralidad, plantee dificultades a la hora de gestionarla, por cuestiones de recursos y, claramente, identitarias. Pero no por eso deberíamos tender a una monoculturalidad o a un monolingüismo o aun «mono» de cualquier cosa… porque creo que todos estamos de acuerdo en que todos iguales en todo no es enriquecedor», apunta el director del Instituto de Derechos Humanos Pedro Arrupe.

«Minorías religiosas y derechos humanos. Reconocimiento social y gestión pública del pluralismo religioso en el País Vasco» ha sido editado por Akal y ha recibido el Premio Pluralismo y Convivencia a la Investigación 2016. Este galardón está promovido por el Observatorio de Pluralismo Religioso en España y pretende destacar y divulgar los mejores trabajos de investigación sobre diversidad religiosa.

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