«Los fuegos de palabras son frases, aforismos poéticos, que de pronto te pegan un fogonazo y te encienden algo dentro. Y este libro es como una sucesión, lo más armónica posible, de fuegos de palabras, de música de lumbres, que me gustaría que prendieran en quienes los leen», cuenta la poeta, aforista y periodista Carmen Camacho (Alcaudete, 1976) de su libro «Fuegos de palabras. El aforismo poético español de los siglos XX y XXI (1900-2014)», recién publicado por la Fundación José Manuel Lara. «Los fuegos de palabras no se hacen, te vienen, te atrapan, y lo único que hay que hacer es dejarlos apuntados de la mejor manera posible. Esto tiene mucho de epifanía, de revelación, de caerse del caballo con el pensamiento, con la mirada. Entonces, lo único que hay que hacer es tener el alma disponible para atrapar esos fueguitos», añade la autora de esta antologia de aforismos de la literatura española contemporanea.
Carmen Camacho, conocedora a fondo de este género, al que ha dedicado ya dos libros, ha recogido aquí textos de muy diversa orientación, destino y procedencia: brevedades emparentadas con el fragmento romántico, visiones irracionales o las antiformas aforísticas, herederas de las vanguardias. Los aforismos de «Fuegos de palabras» merecen el apelativo de poéticos por las cualidades que los diferencian sustancialmente de las formas aforísticas conceptuales. «A todo el mundo le suceden la poesía y los aforismos. De hecho, hay algún aforista que dice que sólo piensa en aforismos. Todo el mundo se ha sonreído por lo bajo con lo que de pronto se le ha venido a la boca y lo ha dicho. La verdad es que la mayoría de estas chispas se suelen perder sólo que hay algunas personas que las apuntan. Eso sí, todo el mundo que aún no esta curado del asombro tiene esa capacidad de sorprenderse en el día a día y de que le sucedan los aforismos», cuenta la aforista andaluza. Su libro «Fuegos de palabras» reúne una selección crítica de aforismos poéticos, fragmentos y antiaforismos de 48 autores que optaron, sin renunciar al pensamiento, por pensar con la mirada.
«La poesía y los aforismos han sido géneros que han estado apartados de las perversiones del mercado, la mercadotecnia y del capitalismo cultural electrónico. Entonces, de pronto puede suceder que nos empaqueten como libros de poesía, por ejemplo, cosas que realmente no lo sean, que nos vendan como aforismos todo lo que salga en twitter y eso es una absoluta locura», reflexiona Carmen Camacho. «El aforismo necesita ser un abanico, tiene que estar concentrado y de pronto, cuando se lee, ¡zas!, se despliega y se despliegan también multitud de sentidos, sensaciones. Eso es lo que necesita un aforismo para ser y sin embargo hay muchas cosas que están por las redes que no lo son. Un aforista pasa mucho tiempo con su cincel y su buril, domando esa frase para que diga exactamente aquello, de aquella manera, en que ha sido revelado y poder revelarse a los lectores. Los aforismos tienen que tener esa delicadeza extrema con las palabras».
En relación con los tiempos que vuelan, Carmen Camacho reconoce que «han cambiado muchísimo los hábitos de lectura y de vida» y que «el aforismo le viene muy bien a estos tiempos porque no es que sea una lectura fácil, que se pueda leer un libro de aforismos en un momento, ni mucho menos, pero sí que son pensamientos, emociones, imágenes en cápsulas que te permiten recibir de otra manera en los nuevos hábitos de nuestra vida». En este sentido, añade también que «los nuevos tiempos le vienen bien al aforismo pero no porque se frivolice el aforismo sino porque aporte a la vida cotidiana casi como un manual de lectura rápida para la supervivencia. En mi caso, por ejemplo, a veces me meto aforismos en el bolsillo para que me acompañen durante el día y es que tienen también ese valor de uso».
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