ENTREVISTAS

«Hay una resistencia, dignidad y ternura en la periferia que ahí es donde se hacen las revoluciones»

«Me interesa lo político de lo que yo siento y por eso me interesaba mirar también al desamor políticamente, de otra manera, de un modo no patriarcal y romántico», cuenta Isabel Martín (Isla Canela, Huelva, 1986), urbanista de lo cotidiano de profesión, al hilo de su primer poemario, «90.3 de vaciante», publicado por la editorial Crecida. «Decía Marcela Lagarde que para saber dónde estamos las mujeres actuales tenemos que saber dónde han estado las otras mujeres de las que estamos hechas. Y yo entendí a partir de empezar a remover y colocarme en esto del feminismo que mirar a mis abuelas iba a ser fundamental. Y también en esta puesta en valor que ha estado muy invisibilizada y que tiene que ver con los cuidados y lo humilde -yo vengo por las dos partes de familias mineras y marineras- cuando entendí que estaba todo sostenido sobre ellas, sobre mis abuelas, decidí que había que hacerles un libro, porque además las mujeres no salimos en los libros, no escribimos la historia, no la hemos escrito, y ahora mis abuelas están en un libro», añade orgullosa la artista onubense.

«La cultura dominante nos ha enseñado que la periferia es mala, que las cosas que están en la periferia, en los bordes, son malas. Y a mí es lo que más me interesa todo el tiempo. Vivo en Sevilla, en una ciudad, y ahí también me interesa lo que ocurre en los bordes, lo alegal, lo que no está institucionalizado, lo cotidiano, la señora con su silla en la puerta de la calle, que la saca y se hace su espacio público, lo coloniza», explica la poeta Isabel Martín. «Hay una resistencia siempre, una dignidad, una ternura, en la periferia, que me parece que ahí es donde se hacen realmente las revoluciones. La cultura patriarcal ha invisibilizado y minimizado el valor de cualquier cosa relacionada con lo femenino. Y ahí entra, por ejemplo, la ternura. Forma parte de lo que supuestamente se ha asociado al rol femenino. Y entonces está como despreciado. Lloras como una niña, qué sensible estás, que ñoña… todo esto lo cuento desde haberlo atravesado porque yo misma interioricé que eso estaba mal y me he machacado mucho por eso. Y me dí cuenta leyendo el libro «Diario de un cuerpo», de Erika Irusta, de lo revolucionario que era ponerse la ternura como posicionamiento político y, en este caso, feminista. No es ternura lo que le sobra al mundo, no son liderazgos entrañables de lo que estamos sobrados. De hecho es todo lo contrario. Ojalá hubiera más ternura, ojalá hubiera más mostrar esa parte, esas heridas. A veces, a mi todavía me pasa que cuando veo a alguien llorando me da como coraje porque es débil. Mis poemas no están hechos de ternura, son de rabia, de mucha violencia, porque estamos en un sistema ultraviolento. Pero mis poemas están escritos desde una posición política de ternura «, explica Isabel Martín.

Hace un año, Isabel Martín, junto con sus compañeras Eva Morales y Cristina Alba, constituyó la cooperativa Cotidiana (www.cotidiana.coop) desde la que están embarcadas en la tarea de construir entornos sensibles. «El urbanismo de lo cotidiano tiene que ver con la perspectiva feminista y con poner el valor en lo pequeño y en las personas. También la arquitectura ha sido un lugar patriarcal, que ha quitado totalmente valores que estaban en relación con los cuidados, con lo reproductivo… y esto ha hecho de nuestras ciudades, de nuestros entornos y edificios, sitios donde la vida digna es más complicada. Y nosotras intentamos poner en el centro la vida», explica Isabel Martín, al tiempo que reconoce que «de urbanista de lo cotidiano se vive regular pero somos muy felices».

«Ser feminista y andaluza ahora es más difícil todavía, aunque ya era difícil. Es duro estar ahora en el sur. Ya era duro porque el sur es un territorio lleno de aristas, de cosas complejas, con una pobreza estructural muy grave y dolorosa. Y que esta gente esté en el poder es terrible. Y a mí me produce dolor. Todavía estoy asimilando que esto de verdad está ocurriendo. Es muy fuerte», confiesa Isabel Martín a pocos días de que el Partido Popular, con el apoyo de Ciudadanos y Vox, lograra el gobierno de Andalucía.

«Mis poemas tienen cantes porque cuando me puse a ponerle nombres a las violencias que hay en mi cuerpo por ser mujer entendí lo que suponía ser mujer cuando mis abuelas eran pequeñas y la violencia que tuvieron que sufrir. Y me di cuenta de que había crecido en un entorno en el que se cantaba a pesar de todo y me pareció que esos cantes tenían a pesar de todo una dignidad y una manera de estar en el mundo, de reivindicar una alegría cotidiana, de lo pequeño, maravillosa. Yo los llamo los cantes de fregar los platos. Y, aunque no soy cantaora, canto cuando friego los platos y esos son los cantes que aparecen en mis poemas», detalla la poeta onubense, justo cuando comienza a cantar y recitar otra de sus historias.

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