Sembrar girasoles, a lo largo del camino, en la tierra, en el barro, bajo el odio, a lo largo del camino, en los techos de las casas, en todas partes. Es la propuesta que lanza el escritor nicaragüense Francisco Ruiz Udiel en «Habría que sembrar girasoles», este precioso y luminoso poema de su libro «Memorias del agua».
Habría que sembrar girasoles
A Vincent Van Gogh
Habría que sembrar girasoles
a lo largo del camino,
sembrarlos en la tierra,
en la ciénaga, en el barro,
plantarlos bajo el odio,
como se planta el fuego.
Habría que sembrar girasoles
aunque la tarde prosiga
con su rumor de polvo.
La caverna está en el centro,
y tras los días, los girasoles
subvierten al desprecio,
pero habría que sembrar girasoles, digo
—no por insistencia—,
sembrar girasoles con afán
de prolongar partidas,
regarles la noche con ajenjo,
cubrir de arena la sorda vida.
Habría que sembrar girasoles de pesadumbre,
de tallos largos que sostengan
la gravedad del hombre,
sembrarlos a lo largo del camino,
plantarlos en los techos de las casas,
en todas partes, con su luminosa forma.
Si hacemos esto,
de aquí a veinte años
aprenderemos a dar abrazos a las piedras
antes de arrojarlas al Sol.
Francisco Ruiz Udiel
Udiel nació en la ciudad de Estelí (Nicaragua) en 1977, comenzó su vida literaria bajo la tutela de la escritora esteliana Claribel Alegría. Con el poemario «Alguien me ve llorar en un sueño» ganó el Premio Internacional Ernesto Cardenal de Poesía Joven (2005). Sus poemas se publicaron en diferentes antologías. En representación de Nicaragua asistió a encuentros y festivales de poesía en el exterior. Falleció el 31 de diciembre de 2010.
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