Vista desde el alto cielo, la capacidad de volar puede resultar intrascendente. Y así, quienes viven despegados de la tierra, anhelar lo pedestre, algo solido sobre lo que posarse y caminar. El escritor y periodista puertorriqueño Christian Ibarra fabula en este microrrelato sobre el día en que los pájaros se plantaron y decidieron dejar de volar.
La huelga de los pájaros
Ese día los pájaros estaban en huelga indefinida. Decidieron no volar. Era demasiado el peso de las alas, no hubo uno solo que se atreviera a desafiar el dictamen de sus compañeros. Querían sentir más de cerca la piel humana, lo pedestre, entenderse con la tierra y los semáforos. Visitaron todos los rincones del planeta. A los quince minutos, el cielo se llenó de pájaros nuevamente.
Christian Ibarra, de su libro de relatos «La vida a ratos» (2008)
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