«Basta con detenerse y mirar, escuchar, tocar de otra forma para que se abran puertas increibles»

«Sin anclarnos de verdad en el presente, sin ser capaces de estar en el ahí, lo tenemos complicado. Una parte de las reflexiones sobre la vida buena que han emprendido diferentes culturas, la nuestra entre otras, tienen que ver con ese vivir el tiempo de otra forma y ser capaces de limitar nuestra propensión a proyectarnos en el futuro y detenernos demasiado en el pasado sin ser capaces de habitar el presente de otra manera», señala el filósofo y poeta Jorge Riechmann, para quien «todo conspira contra la lentitud en una sociedad que está sometida a una dinámica de aceleración constante cuya principal fuerza motriz es la dinámica de acumulación de capital».

«Padecemos un déficit horrible de capacidad contemplativa», reconoce Riechmann y, en este sentido, añade que «basta con detenernos y mirar, escuchar, tocar de otra forma para que se abran puertas increibles en cada situación». Para este lúcido husmeador de la realidad, «sin esa posibilidad de parar, deliberar, sopesar… cualquier opción de conducta racional está fuera de nuestro alcance».

Durante su extensa charla con Mar de Fueguitos, el poeta y filósofo Jorge Riechamnn recita también algunos poemas de su último libro, «Himnos craquelados», y, reconoce, una vez más, que aún no ha conseguido aburrirse. «El mundo en el que estamos, el mundo natural, el mundo humano, y no son mundos distintos a pesar de las ilusiones que nos hacemos al respecto muchas veces, somos seres ecodependientes e interdependientes… ese mundo natural y humano es de una riqueza tan enorme que basta con estar un poco atentos a lo que sucede para no aburrirse nunca».