«No sé qué tal estará lo que hago, si estará bien o mal, pero me juzgo con una dureza muy chunga. La gente que me aprecia me lo echa un poco en cara», confiesa la poeta Carmen Beltrán (Logroño, 1981), al hilo de nuestra charla sobre su antología personal «La meteoróloga de mi misma», publicada por la editorial La cabaña del loco. «Al final, supongo que es algo que hacemos todos los poetas, tirar un montón. Hablo de poetas pero es algo que hace cualquiera. Todos los cocineros tiran un montón de guisos hasta que hacen el bueno. No es nada muy raro en quienes intentan hacer algo relacionado con el arte. Pero sí que es verdad que me obsesiona un poco eso. Me acuerdo que cuando empecé a escribir sí que notaba perfectamente que entre lo que tenía en la cabeza y quería decir y lo que terminaba en el papel había un trecho muy amplio. Y ahora, sin embargo, tengo la sensación de que ese trecho, que aún existe, desde luego, es más pequeñito», añade Beltrán.
«La meteórologa de mi misma» recoge poemas de los cuatro libros de poesía publicados por Carmen Beltrán hasta la fecha, todos ellos agotados. Se trata de «Prohibido jugar (2004), «Pecado original» (2007), «Cuaderno de sal» (2010) y «Ser como el pan» (2014). Como señala en una de las citas del libro, de Miquel Martí i Pol, «en el fuego hallaréis lo que os llenaba», la poeta riojana reconoce que «cuando una es consciente del paso del tiempo, que muchas veces es como echarte un jarro de agua fría, y luego también de la alegría de vivir, la emoción… todo esto es arder siempre. Para mí es una sensación con la que me identifico mucho, lo de quemarse, arder. Soy muy consciente de esas fugacidades explosivas. Para definir determinados sentimientos o estados de ánimo no hay mejor imagen que el arder, consumirse un poco».
En su charla con Mar de Fueguitos, Carmen Beltrán recita varios poemas incluidos en su antología personal.
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