«Con el bordado borramos de las fotos el cuerpo que nos ha invadido, como ellos pretendían borrarnos a nosotras»

«El borrado-bordado fotográfico nació hace año y medio junto a mi amiga Julia, que es parte también del proyecto. Y nació porque de repente borré una foto de mi padre y mientras borraba esa imagen me venían todos los recuerdos, el porqué yo estaba borrando ese rostro. Se lo conté a Julia y empezó a hablarme también de sus experiencias en las que se había sentido totalmente violentada por hombres. Y así empezamos un poco a compartir entre amigas las historias similares. Y entonces comencé a rescatar fotografías que se asemejaban a las historias que me estaban contando y ahí nació el proyecto, entre las amigas, entre nosotras, anónimamente. Y ahora ya se ha extendido un poco porque las mujeres nos escriben para contarnos sus historias, sus verdades, y nosotras lo que hacemos es borrar aquel cuerpo que nos ha ha invadido y dejar latente que seguimos aquí, que lo que hay que borrar es aquel y aquello que sucedió. Y de una manera en la que no se trata de borrar, olvidar, sino de borrarles como ellos pretendían borrarnos a nosotras», explica la bordadora Garbi Galatea (Rentería, 1984) de su trabajo de bordado fotográfico, el arte de «bordar fotos para reivindicar la memoria perdida y olvidada de las personas que salen en ellas».

«Cuando trabajo con el borrado-bordado sobre mis fotos o sobre mis propias historias me sirve para identificar esas violencias que, al estar tan silenciadas, tan tapadas, ser tan tabú, no te has dado cuenta ni de que las habías sufrido. Gracias a dios, mejor dicho, a las diosas, empezamos a hablar, a gritar, como yo digo, y claro que sana. Al final, como dice Irantzu Varela, nuestra venganza es contarlo. Y una vez que lo hablas, que somos conscientes, ellos son los primeros que sienten miedo y empiezan a borrarse. O sea que sí, el borrado-bordado sana, sana al 100%», cuenta Garbi Galatea.