«He querido explicar el estado de las cosas, hacer una radiografía de nuestro tiempo y circunstancias, he querido hacer un viaje sin saber, como debería ser el comienzo de todo viaje verdadero, sin aprioris ni prejuicios, y, en ese no saber, ir poco a poco sabiendo sobre este mundo en el cual percibimos un cierto espíritu de consumación de una época, unos tiempos convulsos que huelen un poco a fin de tiempo», explica el escritor David Eloy Rodríguez (Cáceres, 1972) de su nuevo poemario, «Vida en el fin», recién publicado por la editorial vallisoletana Difácil. «A mí me gustaría contar otro mundo pero es el que sin prejuicios ni aprioris, tratando en lo posible de confrontarlo en plenitud, a pecho descubierto, me encuentro. Quizás los poetas tengan la responsabilidad de decir la verdad o al menos la verdad desde sus cuerpos y sus vidas. Y mi verdad, por supuesto, tiene el valor de lo que suponga para cada cual en el acto de compartirla, de sentirla o no. Pero sí es mi frágil, precaria, verdad. Y también algo más que un punto de vista. Yo no he pretendido dar opiniones sobre nada, la poesía no son opiniones, son otra cosa. Es tratar de decir con misterio, con verdad y misterio, lo que uno se ha encontrado. Y lo que uno ha descubierto, ese fueguito, tratar de compartirlo en un mar de fueguitos. El oficio de poeta es saber detectar y tener el arte para contar qué está sucediendo en medio de tanto ruido, de tanta impostura, de tanto simulacro y virtualidad, de tanta mentira. Qué está sucediendo verdaderamente, no lo que nos cuentan que pasa, que no son más que formas de asumir la realidad y sus dictados, sino abismarse en esa herida, en esa grita de qué pasaría, qué pasaría si…», añade David Eloy Rodríguez.
«La aniquilación es algo fatídico, es una auténtica catástrofe. Y en cambio nos la camuflan constantemente en datos, bits, nos van contando el ritmo de las extinciones, las nuevas formas de contaminación, van señalando como todo eso destruye nuestras vidas y, sin embargo, lo consumimos como información. La extinción de lo vivo, del ser humano, del planeta, como aturdidos por tanta información, la percibimos como algo posible, razonable, algo que ya está existiendo, que consumimos como espectadores mientras atrozmente sucede algo que parece inevitable porque así nos lo van contando en sus canales de comunicación. Frente a eso, quizá, percibir la realidad de las cosas y apostar porque pase algo de verdad», reflexiona el escritor David Eloy Rodríguez. «Vivir hay que trabajárselo, por desgracia. Ganarse la vida, buscarse la vida. Casi no nos dejan vivir, pero menos mal que está la hospitalidad, que está la amistad, el amor, que está juntarnos con otros, perdernos y encontrarnos, tratar de ser, a pesar de todo», concluye.
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