«Hay una tremenda dificultad para imaginar algo diferente, nos cuesta muchísimo»

«En la revolución de la que nosotras hablamos pasamos de girar alrededor del dinero a hacerlo alrededor de la vida. Esa es la propuesta. Y digo que es una revolución humilde porque humildad es una palabra que viene de humus y humus es tierra, y de humus viene también humano. Es decir, la humildad, en este caso, no se relaciona con conformarse con poquito. La humildad es ambiciosa, la humildad lo quiere cambiar todo. Pero la humildad quiere que esa revolución sea plenamente consciente de la ecodependencia, interdependencia, y se construya con los pies bien puestos sobre la materialidad de la vida», explica la antropóloga, ingeniera y activista ecofeminista Yayo Herrero (Madrid, 1965). En su nuevo libro, «Metamorfosis. Una revolución antropológica» (Editorial Arcadia), Yayo reflexiona sobre otras formas de habitar el planeta Tierra y cómo acercarnos al futuro que anhelamos.

«Hay una tremenda dificultad para imaginar algo diferente. Nos cuesta muchísimo imaginar. Y cuando te relacionas con personas del mundo artístico en general te das cuenta de que mucha de esta gente para hacer una escultura, una instalación o una performance impresionante no se sientan con su propia cabeza y de repente de ahí les brota algo, sino que leen un montón, participan en espacios colectivos, preguntan, entrevistan… Es decir, la imaginación no es un don, que a ti te haya tocado una musa de la imaginación y seas una persona brutalmente imaginativa. Para imaginar hay que escuchar y también hay que recordar. Es decir, no hay imaginación sin memoria. No porque las cosas que vayamos a poner en marcha solamente puedan venir del pasado, ni muchísimo menos, sino porque el pasado y la memoria nos ofrecen información de conquistas, alegrías, derrotas, errores… A fin de cuentas, recordamos y recordar es también imaginar, es como volver a traer a la imaginación cosas que ya se han vivido. Y esa imaginación, que es clave, a mí me parece que se entrena colectivamente. Y soy muy defensora de eso porque lo he experimentado», cuenta la antropóloga, ingeniera y activista ecofeminista Yayo Herrero.