Hay gestos que alumbran mundos, que encienden la vida. La escritora Inma Luna (Madrid, 1966) reflexiona en este poema sobre lo poco que sabe de sus piernas, de sus idas y venidas, de su predisposición a dar siempre una calida bienvenida. Las piernas se abren y sienten, hablan. Es hora de escucharlas. Ya aprender con ellas.
LO POCO QUE SÉ DE MIS PIERNAS
Me hago la viva.
Me hago un cuerpo sonrosado y feliz que se despliega.
Qué le vamos a hacer,
tengo unas piernas que son de primavera,
vamos, que se abren solas,
que atienden por su cuenta a las caricias,
que responden del modo aprendido por los siglos
al agudo calambre de los dedos.
Mis piernas se abren.
Olvidan las tristezas, van a la selva.
Los preceptos se marchan de viaje
porque quiero dulzores en la boca.
Abandonos.
Mis piernas se abren.
Se tensa el múslo, el aire, el vientre, el pezón.
Me olvido. Me curvo.
Me alejo del desierto porque me llama el agua.
Me mojo.
Mis piernas se abren.
Florezco.
Soy lo que más y lo que menos.
Desarmada, perdida. Alejándome.
Me abriga, me consuela.
No quieres que otra vez me desvanezca.
Sus dedos van buscándome debajo de las bragas
por si allí subsistiera algo de mí extraviado,
por si así me pudiera sujetar.
Mis piernas se abren.
No yo.
INMA LUNA
simplemente me gustó…y está bien muy bien leído
Oye, me encanta, muchísimas gracias, qué bien leído…