«Hemos pensado siempre en el neoliberalismo como en una fórmula demasiado fría, demasiado alejada de los afectos, mostrándose únicamente como avariciosa, y sin embargo para el neoliberalismo la cultura es un elemento muy importante en la medida en que es el elemento a través del cual puede convencer o generar consentimiento, lo que a través de la coacción no va a poder conseguir. Por eso es tan importante para el neoliberalismo mostrarse con un rostro afectivo y cariñoso», explica el escritor Alberto Santamaría, profesor de Teoría del Arte en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca. «Entonces, uno va al Banco Santander o al BBVA y observa que hablan de creatividad, imaginación, emociones… y parece que son bancos cariñosos que ofrecen una perspectiva diferente. Pero, en el fondo, es otra forma, de jugar con nosotros y nuestra manera de sentir. Y, por otro lado, ahí la cultura juega un papel importante porque no se ve como algo crítico sino homogeneizador. La cultura es algo que sirve para alimentar un relato homogéneo, sin vencedores ni perdedores, donde todo el mundo es igual, etc. La cultura juega, en sus formas y discursos, un papel de elemento despolitizador porque al neoliberalismo le interesa una cultura plenamente despolitizada», añade Alberto Santamaría, autor del libro «En los límites de lo posible. Política, cultura y capitalismo afectivo».
En el neoliberalismo, en el contexto en el que estamos hoy, tú puedes hacer todo, decir todo, sentir todo, jugar a todo, ser creativo… mientras no quieras cambiar el todo. Mientras el horizonte no se toque, tú puedes hacer lo que quieras», cuenta Alberto Santamaría al hilo de su último libro, editado por Akal. «Ahora mismo, aunque suene paradójico, la única forma de acabar con la cultura en el ámbito del neoliberalismo es producir una nueva cultura que implique la posibilidad de generar espacios de crítica desde los espacios colectivos. Es decir, uno de los primeros pasos es cuestionar o eliminar esta pulsión individualista de la cual se nutre el magma general del neoliberalismo. Necesitamos producir espacios que el capitalismo no pueda satisfacer, no pueda llenar. Una cosa que el capitalismo no puede entender son esas pulsiones o elementos colectivos culturales que se enfrentan al propio capitalismo. Por ejemplo, pequeños trabajos de colectivos, pequeños espacios desde los cuales se puede ir poco a poco, a muy largo plazo, difundiendo una forma diferente de hacer las cosas, de enfrentarnos a un sistema que, si nos fijamos, no tiene entrañas y esto le permite hacer cualquier cosa. Ahora le ha servido el tema de la creatividad y las emociones. Puede que en breve no le interese eso y le puedan interesar, por ejemplo, los neofascismos, porque puede vivir encantado con Bolsonaro, con Vox… Entonces, la cultura tiene que estar preparada para enfrentarse a todo eso, la cultura entendida como pulsión colectiva. Hemos vendido la cultura desde un punto de vista individualista. Tenemos que recuperar la cultura desde un punto de vista colectivo», sentencia Santamaría.
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