ENTREVISTAS

«El huerto te enseña que no puedes extenderte más allá y vivimos en un planeta finito»

«Es un poemario absolutamente político, no un acercamiento al huerto como espacio productivo sin más, sino un acercamiento político a las enseñanzas que se recogen y cosechan en el huerto», explica Gustavo Duch de su último libro, «Huertos de libertad», editado por Pol.len Edicions. Veterinario, investigador, escritor, contador trashumante y aprendiz de hortelano, Gustavo Duch regresó hace unos años al huerto familiar, «desacato ideológico en tiempos de globalización», y allí ha cosechado estos versos mínimos que, como el huerto, nos cultiva, nos cautiva. «Seguramente la manera más sencilla de entender el problema de nuestra civilización humana en el que nos encontramos sea la desconexión que tenemos con la naturaleza. O bien nos hemos creído dominadores de la naturaleza y nos sentimos por encima de ella. O bien nos sentimos espectadores de la naturaleza y nos colocamos delante de ella igual que de la televisión. Y finalmente somos parte de la naturaleza y seguramente esa distancia es el gran error de nuestra civilización. Y la manera de sentirnos parte de la naturaleza sea recuperar y entender que no dejamos de ser unos animales dentro de una cadena trófica y que tenemos que estar presentes en esa naturaleza, en lo que significan los modelos de agricultura, pastoreo…», cuenta Gustavo Duch.

«El gran aprendizaje es que en el huerto eres consciente de que somos ecodependientes, que necesitas a las abejas para polinizar, a las lombrices para tener bien labrada la tierra… No hay nada en la tecnología moderna que pueda sustituir a las abejas. Somos interdependientes, no habrá nunca agricultura suficiente si no tenemos ganadería, estiércol, si no podemos compostar los desechos… No podemos soñar mundos tecnológicos con la agricultura en los edificios. Y desde luego el huerto te enseña que vivimos en un planeta finito. Mi huerto tiene 150 metros cuadrados. Y son en esos pocos metros cuadrados concretos en los que tengo que producir los alimentos para mi familia. No puedo extenderme más allá. Creo que esa es la metáfora de lo que significa vivir en un planeta que también tiene unas dimensiones finitas. Y el ser humano lo ignora. Muchas veces porque lo desconoce. Necesitamos volver a sentir en nuestras propias vísceras cosas tan básicas como que dependemos de la naturaleza, que la naturaleza es finita», reflexiona Gustavo Duch.

Primero, leer de huertos produjo metáforas. Después, las metáforas del huerto se hicieron lecciones y, por último, las lecciones del huerto se han transfigurado en poemas que han vuelto al papel y que Gustavo Duch ha recogido, con el apoyo de la editorial Pol·len, en el poemario mínimo «Huertos de Libertad». Un libro impreso sobre papel hierba, no solo como medida ecológica, también como medida de precaución porque se aseguran así que –guste o no guste– siempre puede echarse al cubo de los residuos orgánicos. Siempre puede ser devuelto a la tierra.

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