«La noche, de alguna manera, es el lugar en el que están las personas refugiadas. Es una oscuridad que no tiene que ver con ellas sino con la manera en la que les estamos recibiendo, con tan poco amor y en unas condiciones deplorables, de horas, días y años en una espera sin esperanza ni futuro, porque saben que dependen de unos papeles que determinarán si se van a quedar aquí o van a poder ir a otro país. Y, mientras, Europa sigue dormida, sin reconocer su propia historia porque todos somos producto de haber sido refugiados en algún momento de nuestra historia reciente. Y ni siquiera recordamos ese tiempo en el que nos recogieron otros países como México, cuando la Guerra Civil española. El movimiento de refugiados ha sido histórico y lo seguirá siendo. Ahora, sin ninguna duda, con más intensidad todavía, los movimientos migratorios van a formar parte de la construcción de lo que será el futuro del mundo», explica la directora, guionista y productora Helena Taberna, cuyo último trabajo, el documental «Varados», muestra la vida y espera de las personas refugiadas en los campos griegos de Atenas y Lesbos.
«Una sociedad que no aprovecha este momento de aprendizaje, que ni siquiera mira que estamos ante unos campos de concentración contemporáneos… algo que se podría transformar en positivo, es mucho talento el que está ahí muerto. Mucho trabajo y capacidad de generar cosas. No sé, al principio de esta pandemia pensaba que igual nos daba por reflexionar y decir que como todo está patas arriba y no vamos a durar dos días tal y como estamos mejor si construimos una sociedad que pueda ser diferente. Pero creo que nos estamos mirando más al ombligo con el miedo y con la docilidad que está generando esta enfermedad. Espero todavía tener algo de esperanza en que el ser humano va a seguir empecinado en convertirse en humano otra vez, porque estamos perdiendo mucha de esa humanidad profunda», reflexiona Helena Taberna. «En Grecia, en un país con la pobreza que tenía, con el paro que hay, de repente la llegada de migración supone un enfrentamiento entre iguales, entre las clases trabajadoras. Y eso, objetivamente, no es bueno. Sin embargo, la Unión Europea anunció en su momento un cupo de reparto para cada país de personas refugiadas y no se llevó a cabo. ¿Por qué no se está haciendo? No entiendo nada», añade la directora de cine.
Helena Taberna debutó con la película «Yoyes», en el año 2000. A la que siguieron «La buena nueva», en 2008, y «Acantilado», en 2016. Su próxima película será «Feliz final», basada en la novela de Isaac Rosa. En cuanto a los documentales, presentó «Extranjeras», en 2008, y «Nagore, en 2010. Asímismo, en 2002, creó su propia productora, Lamia Producciones. En relación con «Varados», su última cinta,»hay una apariencia de normalidad que es más importante que todo lo demás. Tú te ves igual que algunos de los protagonistas. Cualquiera que ve a esos personajes podría pensar que mañana podría ser él o ella. Ese es el ejercicio más interesante, esa horizontalidad que plantea el documental, por qué no me va a pasar a mí, mañana me puede suceder. De hecho, se prevé que vaya a pasar. El paro está creciendo de manera tremenda. No sé hacia dónde vamos pero conviene que vayamos pensando un poco adónde nos lleva está insolidaridad tan generalizada en la que al final vamos a ser víctimas nosotros que ahora somos los verdugos», comenta la directora Helena Taberna. «Este documental me puso en contacto con mi fragilidad, que es algo que creo nos hace mucha falta. No con la prepotencia de alguien que mira a los otros desde otros lugares, desde la caridad incluso, que es un poco peligrosa, sino desde esa curiosidad por conocer. Lo mismo que pasa con el cine, que nos perdemos la mitad del talento de la población porque no estamos las mujeres en la dirección, sucede con el talento de muchas de las personas refugiadas que podrían aportar a nuestra soiciedad y están ahí, en los campamentos, quietos, parados, varados, sin sueños ni nada de nada».
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