ENTREVISTAS

«Las desapariciones de ahora son sistémicas, expulsan gente con un mecanismo de goteo constante»

«Aquellas desapariciones de los 70, y voy a decir algo incorrecto e impropio políticamente, eran más fáciles de entender. A las personas que vivimos y sufrimos eso directamente, no sé si fue mi caso porque yo entonces era muy chiquito, les destrozó la vida. Y entender qué pasó es difícil. ¿Cómo situar en tu vida ordinaria a un muerto que no está muerto, a un vivo que ya no está? ¿Cómo situar en tu vida cotidiana a un fantasma? Eso es complicado. No obstante, se pudo hacer porque era fácil situar las piezas de ese ajedrez, había víctimas, contextos y culpables. Y los culpables, los represores, estaban claros», explica el sociólogo Gabriel Gatti (Montevideo, 1967), al hilo de su último libro, «Desaparecidos. Cartografías del abandono», publicado por la editorial Turner. «Las desapariciones de ahora, sin embargo, son sistémicas, no hay un responsable directo. A veces, sí lo hay, tenemos un asesino directo, son responsabilidad de Estados, del narco o de quien fuere. A veces se puede, incluso, decir que es el sistema neoliberal por vía indirecta el que dejando muchas vidas a la intemperie causa directamente la desaparición de mucha gente. Pero hablamos siempre de algo indirecto. Y esa dificultad de localizar culpables, al punto de que hoy podemos decir que existen víctimas sin victimarios, desaparecidos sin desaparecedores, creo que da cuenta de la dimensión brutal de este asunto. Se trata de un mecanismo y como tal nos afecta a todas las personas que vivimos en este mundo, todos somos en algún punto desaparecedores, aunque la frase suene demasiado lapidaria. No somos asesinos, no estoy diciendo eso. Pero sí tenemos la responsabilidad de desarrollar registros sensibles para entender qué está pasando en esos lugares donde hay cosas y personas que ni siquiera vemos», añade Gabriel Gatti.

«Las nuevas desapariciones se pueden definir con un triple descuento. Las personas desaparecidas de hoy son aquellas figuras que no tienen ni cuentos ni cuentas ni son cuidadas. Es decir, gentes para las que no tenemos relato, no sabemos cómo contarlos, qué palabras ponerles a sus historias. Nos cuesta mucho encontrar el lenguaje para hablar de ellas, son gentes también para las que no tenemos registro, no hay cuentas ni números, no existen, nunca tuvieron un papel. Están vivos, sí. Pero no existen en los registros del Estado, están radicalmente fuera del derecho y de todos los dispositivos con los que el derechos se arma, no fueron ciudadanos nunca. Y es gente, además, y ese es el tercer descuento, nos trae sin cuidado, no los tenemos en cuenta, no nos importan, no nos preocupan porque ni siquiera sabemos que existen», cuenta el sociólogo Gabriel Gatti. «Y como ya he explicado antes, las nuevas desapariciones son también un mecanismo, un dispositivo que por goteo sistemático y constante va expulsando gente fuera de nuestros cuentos, nuestras cuentas y nuestros cuidados», concluye.

Migrantes en patera rumbo a la rica Europa, campesinos dominicanos de origen haitiano privados de su nacionalidad, abandonados en las cunetas durante la guerra civil española, habitantes de las sombras de las ciudades latinoamericanas, migrantes centroamericanos en México y mexicanos en Estados Unidos forman parte de estos nuevos desaparecidos a los que Gabriel Gatti muestra, cuenta, arropa, en su libro «Desaparecidos. Cartografías del abandono».

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