«La presidenta Dina Boluarte es la primera mujer dictadora de Perú»

«Manuela Ramos es la mujer peruana anónima, de a pie. No es el nombre de una prócer o de una referente histórica. En cada mujer que lucha vive una Manuela y cada mujer que lucha está en la calle, es una mujer que reconoce sus derechos, es una mujer que ha sido vulnerada con violencias machistas, es una mujer que busca y camina por contribuir a la igualdad y para fortalecer la institucionalidad democrática en el país», explica Marina Mangini (Lima, 1993), encargada del área de voluntariado del Movimiento de mujeres Manuela Ramos, colectivo que desde 1978 camina por la igualdad y los derechos de las mujeres en Perú. «En estos momentos, enfrentamos una deslegitimidad de la presidenta Dina Boluarte que, para nosotras las feministas, es la primera mujer dictadora y también un rechazo masivo del Congreso de la República, que es quien se está encargando de vulnerar los derechos humanos de las peruanas y los peruanos. Entonces, frente a eso, ahora tenemos un contexto polarizado donde hay un bando que niega las violencias que han ocurrido desde que Dina Boluarte es presidenta y otro bando que defiende los derechos humanos y que también es estigmatizado al llamarles terroristas, azuzadores y más por promover movilizaciones en las calles», añade Mangini.

Mariana Mangini, activista feminista del Movimiento de Mujeres Manuela Ramos, ha visitado Bilbao de la mano de la Fundación InteRed para denunciar las violencias que las mujeres sufren en el ámbito político (violencia y acoso político), en el espacio público (acoso sexual) y en otras dimensiones de la vida social (ciberacoso) en Perú. En InteRed apuestan por la
coeducación para construir sociedades más igualitarias y por una cooperación feminista para la consecución de la igualdad de género. Desde esta mirada global, la Fundación InteRed trabaja en Perú con el Movimiento de mujeres Manuela Ramos desde el año 2011 en proyectos de fortalecimiento de capacidades de las mujeres para la exigibilidad del derecho a una vida libre de violencias machistas. «Ahora está abierta nuevamente la herida del racismo y del clasismo porque justo las movilizaciones han sido de las comunidades indígenas, sobre todo del sur, que también es un bastión importante para la elección de presidentes. Tienen una lucha antifujimorista fuerte y una lucha también por sus propios pueblos y que es necesario revalorarla y reconocerla como una importante resistencia ahora. Esta resistencia del sur tuvo que trasladarse a Lima para ser escuchada y eso también es producto del racismo, del centralismo y del olvido que sufren estas comunidades», cuenta Mariana Mangini.