«¡Sí hay miedo. Y cómo no tenerlo en un país como Honduras!», reconoce la comunicadora social Leslie Banegas (El progreso, 1978), trabajadora de la emisora ciudadana y participativa hondureña radio Progreso, al hablar de la situación en la que informan desde sus comunidades, la violencia y ataques que padecen. «La comunicación comunitaria se hace desde el miedo pero creemos que también desde el compromiso porque la comunicación es un derecho humano y con un medio de comunicación comunitario o participativo como radio Progreso tenemos la oportunidad de ponerlo al servicio de la gente», añade esta periodista especializada en bienes naturales, derechos humanos, género y economía. «Y, respecto al tema económico, las radios comunitarias hacen malabares, se las ingenian, para sostenerse. Y también han entendido que la comunicación es un derecho humano pero también es una herramienta para la lucha que están desarrollando sus comunidades», concluye.
«En buena parte de las luchas en los pueblos la comunicación comunitaria se vuelve una herramienta estratégica para la lucha y defensa del territorio. Entonces, por eso siempre estamos sufriendo una constante criminalización», explica la comunicadora social Samantha César Vargas (Ciudad de México, 1978), integrante de la radio comunitaria Amiltzinko y también del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua-Morelos, Puebla y Tlaxcala. «Ahí está el ejemplo de nuestro compañero Samir Flores, fundador de la radio comunitaria Amiltzinko, que fue asesinado hace justo ahora cinco años por su actividad como comunicador comunitario y defensor del territorio. Se trató de un asesinato político, su labor como comunicador comunitario está entre las razones por las que fue asesinado, ya que se convirtió en una voz crítica que informaba sobre lo que hacían los gobiernos. Es verdad que estamos en riesgo siempre pero vivimos bajo un compromiso y servicio a la comunidad», añade Vargas.
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