ENTREVISTAS

«El amor y el cuidado al lenguaje que hay en el María Moliner nos vendrían muy bien ahora»

«María Moliner tenía la sensación de que nada quería decir lo que estaba diciendo, de que vivía en un estado de ficción lingüistica, un estado que vuelve a estar de actualidad en muchos sentidos. Si pensamos no en el uso coloquial y a a veces un poco cansino que se hace en al cotidianidad de la palabra fascismo, hay una cuestión de respeto a la historia que, si todo el mundo es nazi y fascista, entonces no hay nadie nazi y fascista. No puedes distinguir, digamos, la raíz de esas ideologías. Entonces, pensando en el fascismo histórico, es muy interesante, si vas al María Moliner original, para definir ‘falange’, por ejemplo, que para el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), aparte de una zona de nuestros dedos y articulaciones, tenía que ver con Grecia y Alejandro Magno, y el DRAE se detenía ahí, falange, la mano, Añlejandro Magno y Grecia… María Moliner en su diccionario recuerda la relación con el fascismo italiano y la relación de ese fascismo con el régimen de la dictadura franquista. Ese matiz lo pone María Moliner en su diccionario y me imagino que habrá suspirado y respirado hondo al introducir esa definición porque se estaba jugando bastante el cuerpo o el corpus», explica el filólogo, narrador, poeta, traductor y aforista Andrés Neuman del trabajo esplendente y valiente de la filóloga, bibliotecaria, archivera y lexicógrafa María Moliner, cuya vida y obra novela en su último libro, «Hasta que empieza a brillar» (editorial Alfaguara). «Por otro lado, el llamar con propiedad a las cosas, nombrarlas con precisión y dignidad, es algo que preside la escritura del diccionario de María Moliner. No tiene estridencias, no tiene hipérboles baratas. Entonces, de algún modo, el amor y el cuidado al lenguaje que hay en ese diccionario nos vendrían muy bien ahora. De hecho, a modo de recordatorio, en el diccionario de María Moliner hay una anómala definición del verbo ‘cuidar’. Si tú vas a la palabra ‘cuidar’, te encuentras que al contrario de lo que suele ser norma en su diccionario, que las primeras acepciones son las más usuales, porque es un diccionario de uso, la primera acepción de ‘cuidar’ es pensar, discurrir. Es una definición extraña y lo era también en su época. Y ella da la explicación, implícita, de que es por su origen etimológico. Pensar, cogitare. Cuidar viene de cogitare, cogito ergo sum. Y cogitare fue evolucionando de manera maravillosa, por la inteligencia propia de las lenguas. Cogitare dio coitare, coitare dio cuitar, de ahí tener cuitas. Y cuitar dio cuidar. Pero con el uso, a lo largo de los siglos, se perdió la conexión entre el pensamiento, la cogitación, y el cuidar, que es un acto afectivo, diario, de lo próximo. Y yo siento que ahí hay una declaración de principios, muy sutil y muy inteligente, en la que María Moliner nos recuerda que para pensar algo necesitas cuidarlo, que no hay nada más inteligente que cuidar, y que el pensamiento conduce al cuidado y todo cuidado lleva una enorme reflexión colectiva y personal detrás. Entonces, hoy en día nos haría falta cuidar con ambos sentidos el lenguaje», concluye Andrés Neuman.

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