«Siempre he sido muy pesimista y alguien con una tendencia muy grande a la melancolía, a la rabia. Digamos que el lugar desde el que había mirado el mundo y había luchado para transformarlo siempre era un lugar muy oscuro. Y eso, quienes han leído mi poesía lo saben, porque esa oscuridad está en casi todos mis libros, cuenta la narradora, poeta y ensayista Olalla Castro (Granada, 1979), al hilo de su primera novela, «Mañana», que acaba de publicar la editorial Lumen.
«Pero en los últimos años he ido entendiendo, tanto vitalmente como políticamente, que la luz es también una potentísima herramienta de lucha y de transformación. Quizá más que las otras. Y yo misma he abrazado ternuras en los últimos años y creo que eso está en este libro. Y también creo que ese tránsito lo conseguí hacer en gran parte escribiendo este libro. Y esa es una de las cosas que más me ha liberado. En cierto modo yo empecé el libro siendo Virginia, y el libro iba a ser igual que toda mi poesía, muy triste. Iba a ser solo la historia de Virginia, una señora muy triste que acaba de perder a su hija y reflexiona sobre el lenguaje. Y conforme fui escribiendo nació el personaje de Sùyin, que es más luminoso y está basado en muchas amigas que he tenido la suerte de conocer en los últimos años, en mi pareja, que me han enseñado eso de la ternura. Y llegué a un lugar más luminoso que nunca había transitado en la escritura y que también en cierto modo me redimió en lo personal», añade Olalla Castro.
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