Hay historias que debería conocer todo el mundo. «Las manos de los negros» es una de ellas. El escritor Luís Bernardo Honwana (Moamba, Mozambique 1942) reflexiona con mucha ironía sobre las mil y una versiones que hay sobre el porque de esas palmas tan claras en unos cuerpos tan oscuros, sobre el motivo por el que las manos de las personas negras se quedaron blancas.
El escritor Luís Bernardo Honwana es un hito fundacional en la literatura de su país y una personalidad inesquivable en la literatura en portugués. Todo ello, consecuencia de una sola obra, la colección de cuentos «Nosotros matamos al «Perro-Tiñoso», publicada en 1964 en el Mozambique que entonces empezaba su lucha contra el colonialismo de Lisboa. Honwana, hijo de traductor y por tanto con estatus colonial de assimilado, pudo estudiar y convertirse en periodista. La dictadura portuguesa le encarceló justo ese año, hasta 1967, por actividades «subversivas». Cuando Mozambique logra la independencia, Honwana fue director de información del presidente Samora Machel, y luego ha desempeñado funciones en la Unesco. No ha vuelto a publicar literatura, lo cual es una tragedia. Lo es, porque Nosotros matamos al Perro-Tiñoso constituye un prodigio de estilo. Honwana es de los que eligen sugerir; si tiene que mostrar, muestra, pero sugiriendo que hay más y que el lector debe ser cómplice. Esta oblicuidad le permite una insólita claridad de denuncia del Mozambique colonial. El vehículo de Honwana es un lenguaje de precisión extrema, que mezcla hábilmente las voces portuguesas, swazi y rongas. El relato que da título al volumen es perfectamente atroz. ‘Las manos de los negros’ es una maravilla irónica sobre las explicaciones colonialistas de por qué los negros tienen las palmas blancas. El resto de las narraciones no desmerece esas cotas.
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