La palomera

El lado sexual del corazón

Da igual que vuelen o no. Eso sí, deben enfrentarse con los cuerpos a la dominación mercantil, amar para convulsionar el mundo de la mercancia, copular para destruir el orden social burgués… El poeta Vicente Gutiérrez Escudero apuesta porque hacer el amor, hasta el momento de la quiebra del yo, nunca sea una perdida de tiempo.

Vuelen o no

Si al desnudarse no desatan líneas de fuga,
si al bailar no abren vías de transformación en el mundo,
-hasta el momento de la quiebra del yo-
pierden el tiempo conmigo.

Si no son capaces de rozarme la espalda
con la punta de sus dedos durante trescientos años,
si al masturbarme no se transforman en una gigantesca mano,
si al lamerme los dedos de los pies no me los arrancan,
si no me arañan el pecho hasta llegar al corazón
-hasta el momento de la quiebra del yo-
pierden el tiempo conmigo.

Si no participan del mundo con los cuerpos,
si no se enfrentan con los cuerpos a la dominación mercantil,
si no aman para convulsionar el mundo de la mercancía de forma permanente,
si al copular no se comprometen con la destrucción del orden social burgués,
-hasta el momento de la quiebra del yo-
pierden el tiempo conmigo.

Si no se llenan de anomalías,
si no se atreven a ser una verdad
o al menos apariencia propia,
-si ni siquiera llegan a ser alienación propia-,
si al dormirse a mi lado no dan un vuelco a la dualidad sueño-vigilia,
si al despertarse no se pierden en la ininteligibilidad,
ni perforan entre las sábanas abismos de extrañeza,
-hasta el momento de la quiebra del yo-
pierden el tiempo conmigo.

Si al eyacular no se derraman sobre mí
como globos de agua secretos,
si no se atreven a orinarme dentro de la boca,
si no se arriesgan a asesinarme en un duelo o por error en la consecución de un vulgar juego de asfixia,
si al correrse no gritan hasta desgañitarse,
si la cama y el dormitorio y el universo no saltan entonces por los aires,
si no son capaces de arder y hacer arder,
si al morder en mi cuello cuando se corren
no son capaces de asesinarme con sus colmillos,
si no aman hasta la desesperación,
hasta la ilegalidad,
hasta el asesinato
-hasta el momento de la quiebra del yo-
pierden el tiempo conmigo.

Vicente Gutiérrez Escudero, de «La mujer abolida» (Ediciones El Desvelo, 2017)

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