«Para no afrontar el reto de la migración, el procedimiento es terriblemente eficaz: quienes se ahogan no vendrán más», denuncia German García Marroquín, integrante de la Plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak en este artículo sobre los malos tiempos para las personas migrantes. «Esos hombres esperanzados, mujeres valientes, niños y niñas desamparadas –las únicas personas que merecerían ser consideradas héroes y heroínas en esta época– abandonadas a merced de las olas».
Malos tiempos
Sabemos que el tiempo del reloj y el tiempo de la vida tienen poco que ver. En la vida de los valores morales de Europa, desde el 2 de septiembre de 2015 hasta hoy, hemos retrocedido un siglo.
En septiembre de 2015 fue encontrado muerto en la playa de Bodrum (Turquía) el niño Aylan Kurdi, un niño sirio de pantalón azul y jersey rojo, al que Canadá había denegado el asilo, a pesar de estar huyendo con su familia del estado islámico. El siglo retrocedido nos lleva a los albores del fascismo.
En una entrevista a la BBC, en enero de 2016, el ministro griego de Política Migratoria, Ioannis Mouzalas, reveló: «Bélgica nos decía que empujáramos de nuevo a los inmigrantes al mar»; «Nos decían: Tenemos miedo, id contra la ley. Nos da igual si se ahogan». Esta frase sonó terrible en aquellos momentos. Los mandatarios europeos trataban de realizar cuidadas y cínicas declaraciones tras el golpe en la conciencia de la población europea que había supuesto la muerte de Aylan.
Pero el tiempo corre tan rápido hacia atrás que ahora es el Gobierno español el que, sin decirlo, practica –lo que es mucho peor– el «que se ahoguen». Lo practica cada día que pasa sin permitir zarpar a los barcos de rescate (Open Arms, Aita Mari). No soy partidario de las estridencias pero hay relación entre no permitir el rescate de los náufragos –porque son pobres (que se ahoguen)–, que es la posición del PSOE del siglo XXI, y ahogarles directamente que es lo que hicieron los nazis en el siglo XX con la parte de la población que consideraron inservibles para su proyecto.
Para no afrontar el reto de la migración, el procedimiento es terriblemente eficaz: quienes se ahogan no vendrán más. Esos hombres esperanzados, mujeres valientes, niños y niñas desamparadas –las únicas personas que merecerían ser consideradas héroes y heroínas en esta época– abandonadas a merced de las olas. No son tiempos para la épica.
Hubo otro tiempo en que tuvo su espacio. Walt Whitman escribió en el XIX un gran poema épico, “Hojas de Hierba”, que, tengo para mí, no han leído los miembros del Gobierno español porque hubieran encontrado estos versos:
«Comprendo el corazón magnánimo de los héroes,
el valor de la época actual y de todas las épocas.
Comprendo cómo el patrón del barco vio los restos del buque de vapor,
sin timón y atestado de gente,
y cómo vio a la muerte que los perseguía en medio de la tormenta.
Cómo se sometió, sin retroceder ni una pulgada, y cómo fue fiel de día y de noche,
y escribió con tiza en una tabla, con grandes letras: No os desalentéis, que no os abandonaremos;
Cómo los siguió y permaneció cerca de ellos tres días, sin abandonarlos.
Cómo, por fin, salvó a todos los náufragos.
Cómo las descarnadas mujeres, vestidas con trajes holgados, pasaron de su tumba ya abierta a los botes.
El aspecto de los niños silenciosos de rostros envejecidos,
de los enfermos transportados en brazos y de los hombres barbados de labios apretados:
todo esto absorbo, todo esto me sabe bien, me agrada, se hace parte de mi ser.
Yo soy un hombre, yo fui quien sufrió, yo estuve allí.»
El mismo Whitman tiene el detalle de explicarnos por qué debemos actuar así: «como si me dañara el dar a los otros las mismas oportunidades y derechos de que gozo, como si no fuera indispensable para mis propios derechos el que otros los posean.». Una idea que puedes compartir en la acción europea «Besarkada» que se está impulsando para el 5 de mayo.
Desgraciadamente las personas ahogadas no podrán volver, pero su memoria nos perseguirá durante siglos en los que se recordará nuestra vileza. Espero que nuestros descendientes levanten memoriales para honrar a las refugiadas y los inmigrantes que murieron sin que supiéramos sus nombres, los mármoles, con fechas y números de fallecidos en cada naufragio, recordarán para siempre nuestro corazón de piedra, o peor, de estiércol que horadan los gusanos.
Mientras llega el futuro los partidos políticos siguen hablando de mañana ¿alguien ha escuchado a algún partido decir que no votará a favor de los presupuestos si no se permite hacerse a la mar a los barcos de rescate de las ONGs? Solo una mujer lo ha hecho, la diputada de En Comú, Marta Sibina, (en el centenario del asesinato de Rosa Luxemburgo nos recuerda que ella también estuvo en contra de votar los créditos para financiar la guerra). A los partidos no les he escuchado nada. Quizá lo digan muy bajo, quizá no lo han dicho.
German García Marroquín, integrante de la Plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak
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