«Hay un centro y hay un afuera. Y el centro, para mí, es Madrid, Barcelona, las grandes ciudades… Y, el afuera, lo que pasa lejos de esos lugares, donde los focos están menos pendientes de todo el mundo, donde quizás la vida es más saludable, donde, como sucede en todos los sitios, pasan cosas buenas y cosas malas. A mí, ese centro y afuera me interesan desde todos los puntos de vista, también desde el teórico, porque no quiero ser un escritor del centro sino del afuera», confiesa el poeta, editor, crítico literario y docente Nacho Escuín (Teruel, 1981), al hilo de «La tierra y la nada. Una antología de la España despoblada», libro publicado por la editorial Bala Perdida. Nacho Escuín es autor del prólogo y de la selección de poemas de las veinte voces de generaciones, miradas y orígenes distintos que aparecen en sus páginas. «Vacía y vaciada son dos términos que me suenan a cierto victimismo, a cosas que no me gustan para nada. Sí que creo en una España que obviamente está despoblada, porque la población está centralizada en las grandes urbes. Y digo despoblada porque tenemos una grandísima extensión, por ejemplo mi comunidad autónoma, Aragón, que tiene una extensión brutal y solo tiene 1.200.000 habitantes. Es decir, un barrio de Madrid, por ejemplo Vallecas, tiene más población. Y mi provincia, Teruel, con 120.000 habitantes, en un buen día de fútbol, podría llenar el Nou Camp sin quedarse nadie en la calle», añade Escuín. «Nos hemos ido todos hacia las ciudades, hemos decidido vonvertir este país en sitios y lugares desde los que centralizarlo todo. Pero desde el afuera se tiene mejor visión y punto de vista para verlo todo, desde el afuera veo con perspectiva todo lo que está pasando. Ahí es donde nos equivocamos, cuando pensamos que se está mejor dentro. Se está mucho mejor mejor fuera», sentencia.
«Cada poeta tiene su voz y hemos querido mostrar no solo poetas que hablaran del mundo rural y del idilio o el paisaje, queríamos poetas que hablaran también desde las ciudades y cómo lo ven desde ahí, cómo viajan a esos lugares, en verano o en vacaciones, para volver luego a sus paraísos», cuenta Nacho Escuín sobre la selección de artistas que aparecen en su antología. «Nuestros pequeños paraísos son nuestras casitas, en medio de la nada, donde nadie nos molesta, porque precisamente la tierra nos da también esa nada, ese silencio que buscamos. Yo deseo ese silencio, lo anhelo, tengo necesidad de él. Y cada vez que tengo que ir a Zaragoza, porque vivo entre Teruel y Zaragoza, no hay cosa que eche más de menos que ese silencio rotundo que se da en Teruel. Y, además, hay otro silencio todavía mayor, cuando nieva, que es un silencio que casi hasta hace daño. Y eso forma parte de mí, de mi ADN, de mi forma de ser», remarca Escuín. «El afuera ahora mismo es ser independiente y estar totalmente al margen de lo que el centro pueda decir. Hacemos lo que queremos. Somos voces que dicen y hacen lo que quieren pero, claro, a veces desde lugares que no tienen la presencia en las librerías que otras propuestas centrales o centralistas sí que tienen. Libertad e independencia son las dos palabras que definen esta antología», remarca.
En nuestra charla en Mar de Fueguitos participa también el poeta y artista multidisciplinar José Blanco (Barakaldo, 1965), uno de los escritores que aparecen en la antología «La tierra y la nada». José Blanco reflexiona sobre lo que ha supuesto su participación en este libro y recita varios poemas suyos y de otros poetas recogidos en esta obra. En «La tierra y la nada. Una antología de la España despoblada» colaboran con sus poemarios Pedro Bermejo, José Blanco, Carmen Ruth Boíllos, Pablo Casares, Sofía Castañón, Jaime Cedillo, José María Cumbreño, Amelia Díaz Benlliure, Almudena Eslava, Óscar Esquivias, Be Gómez, Iosune De Goñi, Maribel Hernández Del Rincón, Martín López-Vega, Vicente Muñoz Álvarez, Celia Prieto Mazariegos, Ape Rotoma, Regina Salcedo Irurzun, Juan Antonio Tello y Enrique Villagrasa.
Im-presionante.
Ahora yo también quiero estar afuera.