Sarajevo, una ciudad asediada por la guerra. Invierno, infierno. Sólo quedan ya por quemar los libros para poder calentarse, sobrevivir. Y el escritor italiano Erri De Luca (Napoles, 1950) clasifica las palabras que ardieron entonces en función de su valor y energía. La poesía, advierte el poeta italiano, es la más necesaria en tiempos de guerra.
Clasificación del fuego
En primer lugar partieron los filósofos: Marx, Hobbes, Descartes, Schopenhauer,
al final también Montaigne: otoño/invierno uno, Sarajevo.
Después les tocó a los novelistas, Dumas, Dickens, Gógol,
el último en deshacerse en la estufa fue Shalámov
con sus relatos de Kolyma, otoño/invierno dos.
Aquel año hasta mayo las palabras se fueron al infierno para dar calor.
En el tercer año de asedio ardió la estantería destinada al teatro,
primero Brecht, después Strindberg a lo loco, Shakespeare, Racine,
al final, entre lágimas, también Chéjov.
El cuarto año era el turno de la poesía,
pero la guerra terminó y la ahorró.
Clasificación del fuego: la última destinada a arder es la poesía,
durante la guerra la más necesaria.
Erri De Luca, de su libro «El huésped empedernido» (2008)
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