«Brigada Callejera hace trabajo de base comunitaria. Tenemos 3.000 promotoras de salud que se capacitan para hacer pruebas de VIH, de infecciones sexuales, tenemos nuestros cómics, porque a veces a la gente no le gusta leer pero si tú armas un cómic, con poca letra y que con los dibujos, el mensaje, te diga muchas cosas, funciona. Tenemos también nuestra propia marca de condones, «Encanto». Estos condones son de calidad y han ayudado a financiar las dos clínicas que tenemos, donde hacemos consulta clínica, ginecológica y también ultrasonidos pélvico y mamario. Y todo sin cobrar un peso. Eso sí, de los condones se saca un poco de beneficio, cinco centavos de ganancia, que nos ayuda a financiarnos. Durante el COVID donamos el 75% de nuestra producción porque el gobierno se desentendió de dar la prevención, de dar los insumos, y nuestras compañeras, aunque había poco trabajo, seguían teniendo las relaciones, y sin protección. Y por eso decidimos donar los condones porque «Encanto» nació para eso, para salvar vidas. Entonces, capacitamos en salud, en defensa de los derechos humanos y en prevención de trata», explica la socióloga y activista de derechos humanos Elvira Madrid Romero (Ciudad de México, 1967), cofundadora de la Brigada Callejera Elisa Martínez, colectivo que lleva más de treinta años defendiendo los derechos humanos y laborales de las trabajadoras sexuales en México. «A Brigada Callejera, como hemos sido una organización contestataria hacia lo que sucede, el gobierno nunca nos ha apoyado económicamente. Siempre hemos sido autónomos porque creemos que la autonomía nos va dando el poder de decidir lo que queremos hacer. Y por eso también era importante que tuviéramos nuestra propia marca de condones para que subsidiara. Y ahora, a partir de la pandemia del COVID, la situación ha sido muy complicada. Con la organización vasca Lumaltik Herriak tenemos unos proyectos que nos han ayudado a financiar parte de una clínica que tenemos en la frontera sudeste, en Tapachula, junto a Guatemala, por donde pasan miles y miles de migrantes. El año pasado atendimos ahí a 40.200 compañeras trabajadoras sexuales, con su hijes, y de 122 nacionalidades diferentes», añade.
«El trabajo sexual existe y debe ser con derechos y garantías. Y está también la trata, que hay que combatirla. Nosotras en México ganamos una sentencia donde se reconoce el trabajo sexual como no asalariado de la vía pública, porque no hay patrón, cada quien es patrona de si misma. Y con esta sentencia la policía ya no puede decir que es ilegal, ya no las puede detener y quitar su dinero. Fue una lucha de años, más de veinte años para lograrlo. Y así como se ha luchado a favor del aborto, que la persona decida, pues así también hay que hacer con las compañeras trabajadoras sexuales», cuenta Elvira Madrid Romero. «Nosotras empezamos con mujeres cisgénero pero en el recorrido nos llegaron las compañeras transgénero, que todavía son más violentadas por la sociedad. México ocupa el segundo lugar en Latinoamérica en feminicidios y transfeminicidios. Lamentablemente, hay mucha violencia por el narcotráfico. Ahí constantemente están cobrando derecho de piso y muchas veces son levantadas por estas redes, no solamente ya de drogas sino también de tráfico y trata de personas», concluye la socióloga y activista de derechos humanos mexicana.
Comentarios
Aún no hay comentarios.