«No es un asunto humanitario sino un asunto político y de interés geoestratégico, vinculado al colonialismo y a las relaciones entre las periferias, el sur y el norte europeo», señala la feminista y antimilitarista Stasa Zajovic (Niksic, Montenegro, 1953), cofundadora y coordinadora del colectivo Mujeres de Negro de Belgrado, en relación a las miles de personas que aguardan frente a las fronteras de la Unión Europea en espera de recibir asilo. «Detrás hay un complejo engranaje militar industrial y las últimas sentencias del Tribunal de La Haya obedecen y están en función de este complejo militar industrial que en un futuro absolverá de responsabilidad a todos los que hacen la guerra dentro de sus fronteras y donde sea», vaticina Zajovic. Mujeres de Negro surgió en 1991 al inicio de la guerra en Yugoslavia. Durante la guerra organizaron vigilias silenciosas cada semana como protesta no violenta, apoyaron a desertores de todas las exrepúblicas yugoslavas y acciones para acoger a las personas refugiadas.
«La llamada crisis de las personas refugiadas es un asunto que no se puede resolver por vía humanitaria. Es indispensable la ayuda humanitaria, sí, dar acogida a esta gente, pero a través de estas personas podemos conocer sus vidas y atender sus necesidades, trabajar con ellos. Estamos ante un asunto político en el sentido de que es un asunto de justicia social, de clase», afirma Stasa Zajovic, de Mujeres de Negro. «¿Cómo es posible que un Estado como la República Checa prefiera pagar 12 millones de euros de multa por no cumplir con su cuota de refugiados y acoger sólo a 12 personas? Y Serbia, sólo ha acogido también a unas decenas. El lema con más éxito en Serbia es que se vayan todos. Y mucha gente gana con eso, mucha gente del régimen se beneficia, mucha gente de la maquinaria que se creó durante la guerra y que nunca ha cesado. ¿Cómo es posible que en Polonia no admitan a personas refugiadas? Existe un racismo estructural a nivel de la población que es muy preocupante. El problema es de fuerte racismo y de clase. Yo creo que el problema económico no es tan importante en un continente como Europa que gasta miles de millones de euros en la protección de sus fronteras exteriores. Sólo un metro de valla en Eslovenia cuesta 12 euros por lo que se podría invertir mucho dinero en acoger a las persoans refugiadas», explica Stasa Zajovic.
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