Esta semana charlamos con Jaira García, Elisabete García, María Silva, Begoña Lasa y Rosana Bermejo, madres de la escuela pública Miribilla de Bilbao que han grabado un rap para denunciar la exclusión de su colegio y mostrar la riqueza que atesoran sus aulas. Además, recordamos el setenta aniversario de la nakba palestina y escuchamos un par de canciones de «Ni naiz izotz erregina», el nuevo albúm de la rapera bilbaína La Basu.
La intrépida aventura musical de las raperas de Miribilla comenzó hace más de un año cuando varias madres de la asociación Miribillako Gurasoak comenzaron a escribir, junto al músico Hugo Estébanez López, la letra de una canción para dar a conocer la realidad de su centro. Después llegaron los ensayos y, por fín, la grabación de la canción con Jokin Otsoa Iriondo sobre una base musical de Beard Skull Beats y el video producido y postproducido por Jon Amorrortu.
Las madres de Miribilla recuerdan en su rap que “somos el Sur de esta ciudad y estamos orgullosas de nuestro origen, diversidad, amistad, solidaridad y fuerza». Para Gurasoak, la asociación de Madres y Padres del colegio Miribilla, las instituciones de Bilbao pueden y tienen que hacer mucho más por su escuela. En este sentido, señalan varios ejemplos de las necesidades que una y otra vez han demandado a las instituciones: garantía de éxito escolar, normalización del euskera y mantenimiento del edificio y de sus instalaciones.
«Miribilla es una escuela pública, diversa, euskaldun y en marcha. Y tiene las puertas y el corazón abiertos», cantan las madres raperas de la escuela Miribilla de Bilbao.
Felicito a las madres de Miribilla por el rap, pero sobre todo, porque llevan muchos años manteniendo una actitud activa y comprometida con el respeto a la diversidad, con la convivencia pacifica y el intercambio enriquecedor. Con esta actitud y con su lucha constante están contribuyendo a crear una sociedad mejor, que admita en su seno los diferentes grupos culturales que la componen.
La repercusión educativa que esto conlleva es el desafío pedagógico más importante del colegio Miribilla; y frente a este reto las madres son una fuerza generadora de cambios.
He trabajado durante muchos años en ese centro y me siento muy orgullosa de haber pertenecido a esa comunidad educativa y profundamente agradecida a las madres por su constante colaboración. Las posibilidades de enriquecimiento tanto personal como profesional que este centro ofrece son inmensas.