ENTREVISTAS

«Sin desmontarnos la misoginia no podemos acuerpar la sororidad que reivindicamos desde el feminismo»

«En mi primer poemario estaba empezando a darme cuenta de las violencias que atravesaba, en este caso, mi vida, pero no como yo Isabel, sino como yo una mujer del sur de Europa, blanca, de un pueblo chico, de la periferia. Y en este nuevo libro he seguido rascando ahí y he llegado a mis ancestras, porque lo que nos pasa en este sistema patriarcal viene de lejos y viene de lejos con un sentido totalmente político. No hemos hecho mucho para que lo que tenía que pasarnos por donde habíamos nacido no nos acabara pasando. Y, por eso, entré para dentro y llegué a las ancestras. Para poder seguir adelante. En el fondo, necesitaba buscar en la mierda que nos ha tocado vivir a las mujeres pero para ir hacia adelante, no para recrearnos o quedarnos ancladas en esa víctima. Se trataba de ir adelante, mirando hacia atrás, haciendo esa justicia histórica, poniendo la experiencia de las mujeres de las que estamos hechas en valor. Pero siempre hacia el futuro, para ir también con la conciencia de que porque hubo mujeres en el pasado nosotras ahora podemos estar siendo, para que las niñas de ahora puedan ser lo que quieran ser. Para mí, eso es caminar hacia adelante», explica la poeta y arquitecta Isabel Martín (Isla Canela, Huelva, 1966), al hilo de su segundo poemario, «Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa» (editorial A Fortiori), un libro que, afirma, «camina hacia adelante».

«Todas las personas somos misóginas por haber nacido en una cultura patriarcal. Y, en mi caso, por ser una mujer cisgénero también incorporo la automisoginia, el odio a mí misma por ser mujer. Y, como soy machista, a la primera que odio es a mí. Y esa no fue una conclusión fácil de entender e interiorizar. Para mí, esa es una de las claves para desmontar mi propio machismo, sobre todo a la hora de poder acuerpar la sororidad, la hermandad entre mujeres que tanto reivindicamos desde el feminismo. Sin desmontarse la misoginia, hacia dentro y hacia afuera, no se puede realmente acuerpar esa sororidad», confiesa Isabel Martín.

En su nuevo poemario reivindica lo que denomina la ternura cotidiana revolucionaria. «En la reivindicación de los cantes cotidianos de fregar los platos incorporo los míos, los que he aprendido de mi madre, mis abuelas y mis vecinas. Y es la manera que tengo para expresar lo quue quiero decir, no es solo una manera de escribir más bonito o de dar una pincelada estética. Para mí, forma parte de la manera de expresarme que he aprendido. En estos cantes hay mucha sabiduría cotidiana popular, que no está en los libros y en principio no es valiosa. Y que para mí es fundamental para expresar algunas ideas», añade la poeta andaluza.

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