ENTREVISTAS

«Sin la movilización social, la ciudadanía en la calle, no se hubiera podido cambiar la constitución en Chile»

«De momento, escuchar y considerar otras opiniones, no solo de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), sino de otras organizaciones sociales, está siendo el sello del gobierno de Gabriel Boric en sus dos primeros meses. Y ahora vienen cosas concretas en las que toca avanzar y demorarán un poco más», señala Roberto Morales Farías (Santiago, 1962), auditor público y coordinador del programa de derechos humanos de la Fundación Instituto de Estudios Laborales (FIEL), entidad que forma parte la principal organización sindical de Chile. «Los contextos son distintos, las personas son distintas, pero el paralelismo que se puede hacer entre los gobiernos de Boric y Allende es que nosotros ahora estamos en un momento muy difícil, muy complejo, de la sociedad y necesitamos efectivamente un poco más de utopía, de esperanza, de creer que la sociedad puede cambiar. Y eso, para un grupo importante de la población, no para todos, por supuesto, se refleja también en el discurso y la historia política del presidente Allende. Fue un gobierno que apenas duro 1.000 días pero Salvador Allende tiene toda una historia política muy interesante que marca una diferencia en la conducción política de un país. Hay personas que hacen un paralelismo con Gabriel Boric, pero lo que yo creo que hay en común, en el fondo, es esa esperanza que se necesita para salir de una sociedad cuyo modelo ya está agotado», añade Morales Farías.

Este próximo 4 de julio concluye el plazo para que la Convención Constitucional presente el texto definitivo de la nueva Carta Magna de Chile, que deberá ser aprobada en un plebiscito el 4 de setiembre. Una nueva constitución que, de ser ratificada, sustituirá a la actual, de 1980 y heredera de la dictadura de Pinochet. «No hay recetas. Cada sociedad tiene que ver su realidad y necesidades», cuenta Roberto Morales Farías, de la FIEL, sobre si el ejemplo de Chile puede servir a otros países, como España, que aún tienen vigentes constituciones herederas de dictaduras. «En el caso de Chile, sin ser extrapolable necesariamente, este cambio de constitución que venía planteándose hace mucho tiempo por distinas organizaciones sociales, solo ha sido posible porque hubo una movilización social importante. Sin la movilización social, sin la ciudadanía en la calle, sin la ciudadanía interpelando a la autoridad, sin ese movimiento, era imposible llegar hasta aquí porque la derecha tenía capturado al país al necesitarse gran cantidad de votos, entre ellos los suyos, para poder cambiar la constitución. Sin la movilización social y la incidencia social no se puede cambiar el statu quo, por lo menos en Chile. Y eso, en nuestro caso, pasó en las calles», concluye Robero Morales Farías.

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