«El secreto está en todo el conjunto, porque el instrumento lo forman un montón de partes unidas, están la tapa, el fondo, los aros y el mango, pero una vez que están todas unidas ya no se comportan como partes, entonces cada una influye también en la otra y por eso no se puede decir que una sea más importante que la otra. Yo diría que hay muchísimas cosas. Por ejemplo, la barra armónica, que está pegada dentro de la tapa, que ayuda a aguantar el instrumento y a distribuir las vibraciones, también es muy importante. Es verdad que la tapa tiene mucha variabilidad, porque el fondo no tiene ni las efes ni ningún tipo de refuerzo, pero es que luego, cuando lo unes todo, lo importante es el conjunto», explica el lutier Salvador Maura Riera (La Seu d’Urgell, 1992), constructor y reparador de instrumentos musicales de cuerda frotada, sobre la magia y técnica de su oficio.
«Tu método, el hecho de que seas más o menos ordenado, más o menos limpio trabajando, al final, todo repercute en cómo se ve y cómo suena el instrumento. Pero lo más importante es aprender de los instrumentos, aprender de cada uno de los instrumentos que tú haces, porque es lo que te va a permitir construir siempre el mejor instrumento posible. Si hago siempre todos mis instrumentos igual, no va a cambiar nada. Pero si voy aprendiendo de mis instrumentos, al final cada instrumento que haga será el mejor que podría haber hecho. No vas a hacer nunca el instrumento perfecto, para ti ni para nadie, pero sí puedes hacer cada vez tu mejor instrumento», cuenta Salvador Maura Riera. Este lutier catalán vive desde 2019 en Bilbao y en 2020 abrió en el barrio de San Francisco, en la calle Lamana, su taller de lutería. Salvador estudió su oficio durante 8 años en Italia.
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