«Contar mis historias es una manera de entender el mundo»

«Quiero que mis dibujos sean como una patada en la boca, creo que busco bastante la violencia, a mí siempre me ha atraído. Me gusta mucho el punk, he vibrado un montón con el punk, y antes dibujaba en blanco y negro pero desde que fui a Colombia empecé a trabajar con el color», confiesa la ilustradora e historietista navarra Andrea Ganuza Santafé (Iruñea, 1988), que acaba de autoeditarse la novela gráfica Atraviésame, un libro en el que recopila historias autobiográficas de su estancia en Medellín. «Tú viajas a Latinoamérica y no puedes obviar el color, es como estar vibrando todo el rato. Entonces no me sentía capaz de contar una historia sobre Medellín sin plasmar en el papel los colores de la ciudad, que son inolvidables. Fue como muy orgánico lo de empezar a trabajar con el color y ahora ya no puedo salir de ahí, trabajar en blanco y negro es como si tuviese que hacer una sopa solo con sal y agua, en lugar de echarle un montón de condimentos», añade la artista.

«Ahora estoy saliendo un poco de la autobiografía, pero en arte siempre me han gustado mucho los trabajos autobiográficos y fue muy orgánico que comenzase a contar mis historias. Para mí, es una manera de entender el mundo, muchas veces cuando cuento cosas voy a situaciones que no termino de entender, o que necesito como cerrar, o que son fascinantes, porque no existe un bien y un mal en la vida, y esos grises me apetece ponerlos sobre la mesa, porque estamos en una sociedad muy polarizada y me parece que todos tenemos mucho que aprender. Y quizás esta sea como la esencia de lo que estoy trabajando más ahora, que realmente no existe una totalidad, que todos tenemos que aprender de los demás, aunque obviamente hay opiniones con las que no estemos de acuerdo, que hay puntos de los que creo siempre podemos aprender. En mi caso, siempre que busco una historia que contar es porque me apetece lanzar una reflexión», explica la ilustradora e historietista Andrea Ganuza Santafé sobre su manera de vivir el arte y de trabajar. «Soy un poco pesimista, según el día, pero esa intranquilidad, esa revolución, yo la vivo como una fiesta. He tenido verdaderos Stendhals viendo el suelo de Bilbao durante las fiestas, la mezcla de vasos de plástico, purpurina, pis… es una cosa que a mí me emocionaba. Entonces, siempre encuentro belleza en cosas como muy oscuras, sórdidas, mugrientas. Siempre me ha gustado. Y, realmente, Colombia, que es como brillante,cviolenta, festiva, muy disfrutona, pero a la vez muy oscura, me enganchó», concluye Andrea.