ENTREVISTAS

«No creo en la mesa de negociación con el ELN, hay que darle muchísima más fuerza a la sociedad civil y a las organizaciones de mujeres»

«Lo que está demostrado es que cuando las mujeres están en la mesa de negociación, ellas, en primera persona, están colocando su voz, sus sentires y sus saberes en los procesos de negociación. Y sin duda favorecen que la perspectiva feminista, de género, esté incluida en todo aquello que se discute y acuerda», explica la politóloga Liliana Zambrano Quintero (Bogotá, 1979). «Si hoy estamos hablando de paz en Colombia, estamos hablando porque han sido las mujeres quienes desde los años 90, de diferentes maneras, desde fuera de espacios oficiales y formales de negociación, estaban presionando para una salida negociada a todas las conflictividades y conflictos que había en el país. Han sido ellas las que se han organizado, han hecho marchas… han sido las mujeres las que empezaron a movilizarse muchísimo para presionar hacia salidas dialogadas a los conflictos armados. Y esto se logró materializar muy bien con las negociaciones de La Habana entre el gobierno colombiano de Santos y las FARC-EP, entre los años 2012 y 2016. En ese proceso se logró plasmar y materializar efectivamente la perspectiva de género en las negociaciones. Cuando esas negociaciones comenzaron en 2012 solo eran hombres quienes estaban sentados en las mesas, por parte de ambas delegaciones, y al cabo de un año, con bastante presión, las mujeres consiguieron que hubiera mujeres negociadoras incluidas dentro de ambas delegaciones, lo cual fue tremendamente positivo y derivo luego en la creación de una subcomisión de género que se encargó de transversalizar toda esta mirada de género en todos los puntos del acuerdo que se estaba negociando en ese momento. De manera que, cuando se logró un acuerdo final, que nos puede gustar más o menos, estaba incluida esa perspectiva de género. Además, tampoco podemos olvidar que ese ha sido el primer acuerdo de paz en el mundo que ha tenido también una mirada de perspectiva LGTBIQ+, que eso es algo altamente novedoso, no solamente la mirada de las mujeres sino también la de otro tipo de identidades sexuales que también tienen qué decir en estos procesos», añade la politóloga colombiana. Liliana Zambrano Quintero es autora de «La perspectiva de género en las negociaciones con el ELN. Una oportunidad para el futuro», uno de los capítulos del libro «Una paz aplazada, pero urgente y necesaria. Proceso de paz entre el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (2010-2019)», obra que acaba de publicar este año la editorial Peter Lang.

«Siempre he sido proclive a la salida negociada de los conflictos, intento aproximarme a la paz total, pero, y te voy a ser muy sincera, hoy en día no creo en la mesa de negociación y diálogo con el ELN, me parece que no están dadas las circunstancias ni la coyuntura para eso y, por el contrario, creo que los escenarios de paz se tienen que dar por otras esferas, dándole muchísima más fuerza a la sociedad civil y a las organizaciones de mujeres», reflexiona la politóloga colombiana Liliana Zambrano Quintero. «El ELN es una guerrilla, y también hay que decirlo en este momento, que en estos dos o tres años que le quedan al gobierno de Petro tiene prácticamente su última oportunidad para negociar. Es una guerrilla que nace en 1964, que se le ha prolongado la guerra, se le ha desvirtuado, que los métodos, las razones y las causas por las cuales luchaba en un pasado hoy en día, desde hace muchos años ya, se gestionan y se pueden tramitar por vías exclusivamente democráticas, sin la necesidad de las armas. Entonces, realmente, un proceso de negociación como este, a mi juicio, te puede servir un poco para limpiar y dignificar tus razones de lucha pero probablemente lo que se tenga que discutir en este momento con el ELN es cómo van a dejar ellos las armas. Creo que intentar plantear una negociación tripartita como la que están planteando, de igual a igual, Gobierno, ELN y sociedad civil, todos en la misma perspectiva política, de izquierdas, puede ser un poco perverso porque se puede caer una instrumentalización de la sociedad civil por parte tanto del Gobierno como del ELN. La sociedad civil tiene que coger la autonomía suficiente para poder plantear los temas en la agenda, sin necesidad de estar representada por un grupo armado a nivel de élites. Y, además, en las negociaciones en Colombia, en la coyuntura actual, el adversario político, por decirlo de alguna manera, no es la guerrilla de izquierda sino la oposición de derechas. Para mí, el escenario de negociación en este momento debería ser en el Parlamento, en el Congreso, que es donde está la oposición política real a los cambios estructurales que se quieren dar en el país».

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