«Y que sea nuestra propia luz, y no la del sol por la mañana, la que prenda fuego», sugiere el poeta David González (Gijón, 1964) en este poema que cuelga de un atrapasueños y combate los malos espíritus. Una invitación a soñar, a arder, a quemar, que aparece en su libro «Si te echan mano al cuello, encontrarán la soga», publicado por la editorial Le Tour 1997.
Atrapasueños
en nuestro dormitorio
todavía conservo
un pequeño atrapasueños
un aro de madera de sauce
en forma de lágrima
con una floja red de cuerda
como la tela de una araña
decorado con huesos
piedras y plumas
y originario
de la nación chipewa
lleva ahí
en esa misma pared
unos quince años
desde que Chica
mi anterior pareja
lo trajera y colgara
de esa misma alcayata
quince años
atrapando sueños.
atrapando nuestros sueños
ahora también los de Manuela
sin embargo
en vista de la suerte
que corrió la nación chipewa
y en vista asimismo
de la suerte que corrimos Chica y yo
empiezo a pensar
que no sería mala idea
quitarlo de ahí
quitarlo de ahí inmediatamente
a la voz de ya
y que sea nuestra propia luz
y no la del sol por la mañana
la que prenda fuego
y calcine
a los malos
espíritus.
David González
en los sueños empiezan las responsabilidades
delmore schwartz
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