Océano de las historias

El ejercicio de ser madre

«En ninguno de los libros que leí para ser madre perfecta encontré lo único importante», confiesa la poeta Ana Pérez Cañamares al comienzo de su último libro, que «la maternidad es un largo camino para amar mis imperfecciones tanto como te amo a ti, querida hija impefecta». De esa certeza nace el título de su poemario, «Querida hija imperfecta», que acaba de publicar la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker. A continuación os ofrecemos un par de poemas de ese libro.

Ejercer de madre, digo
como si fuera una profesión
y no un vértigo
como si ser madre fuera
ser minero o dentista
y no volverse loca de esperanza

yo quise y no supe presentarle el mundo
a la manera de una merienda
ponérselo en bandeja ordenado
como si ser madre fuera
ser enfermera o azafata
quitarle la sal a la vida
cubrírsela de plástico

ejercer de madre, dicen
como si ser madre fuera un poder
yo que por pánico o pudor
dimití de todos mis cargos
yo que abdiqué mi corona
y me encontré con un báculo de culpas

mi hija dijo una vez que no pude
o quizá que no quise
que me faltaron la fe y los indicios
el rastro de migas de pan
que se comieron los pájaros de mi cabeza
bajo una diadema de cemento

ejercer de madre, decimos
como quien hace equilibrios
sobre el abismo del público
y mira a la muerte de reojo
mientras trata de sobornarla

no supe o no quise
o la hija no aceptó
porque el momento o las formas
no cabían en su caja de pinturas

pero hoy a sus veintiún años
me tomó de la mano
mientras dormía
y de pronto me di cuenta
de que todo este tiempo juntas
no pesaba nada
era ligero como las semillas
del diente de león
paracaídas para sobrevolar infancias

todo era túnel del tiempo
y un gran cartel a la salida:
el amor está vivo
por eso sangra

y esa mano era la misma mano
que agarró la mía en su primer instante
dos manos juntas y sin edad
o con la edad de los sueños cachorros
dos manos juntas
tan juntas como piel y tatuaje
ejerciendo su promesa.

Qué risas, de verdad, qué risas
cuánto nos reíamos de nuestros padres
su pronunciación del inglés
los despistes y los olvidos
los felicita al abuelo, llama a tu tía
las batallitas de la mili
los tápate y no fumes tanto
su ignorancia de la planificación familiar
los suspiros y el ay dios mío
el gotelé y el papel pintado
los pero y esa no se había muerto
en mitad de una película
las vacaciones en Benidorm
y los ya llegarás a mi edad.

Qué risas, de verdad, qué risas
y nosotros tan jóvenes siempre
con nuestros abortos y tatuajes
las manis y los viajes exóticos
las visitas al Guggenheim
las drogas y las raves
las cervezas de importación
las licenciaturas y el twitter
la agricultura ecológica
ikea y las casas rurales
los idiomas y los divorcios
el sushi y el incienso
y el a mí no me va a pasar
años de terapia me protegen.

Qué risas, de verdad, qué risas
qué risas las de nuestros hijos
cuando ahora nos miran
con plena autosuficiencia.

Y cómo nos dolerá a nosotros
hasta el día que seamos capaces
como lo fueron nuestros padres
de compadecer la arrogancia
de entender el eterno retorno necesario.

Ana Pérez Cañamares, de «Querida hija imperfecta» (editorial Ya lo dijo Casimiro Parker, 2019)

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