«Los corredores marítimos en Gaza pueden favorecer al ocupante, la deportación final de toda la población»

«Nos damos realmente poco tiempo para entender toda la diversidad de la migración e intentamos atajar el asunto con políticas securitarias que en realidad suponen tirar el dinero por nuestra parte y alimentar un negocio que en ningún caso está para resolver el drama que supone tener que emigrar, no como un derecho sino como una obligación, como la única opción», señala Miquel Carrillo, que lleva cerca de 30 años trabajando en cooperación internacional y es consultor de la cooperativa Nadir, al hilo de su último libro, «Pollo con mangos», en el que relata su estancia durante el verano de 2021 en un hospital de Banjul, la capital de Gambia, confinado al dar positivo por Covid 19 cuando estaba a punto de regresar a Barcelona.

«Sin coherencia de las políticas públicas, la cooperación no deja de ser un parche para endulzar los acuerdos comerciales. Creo que, como organizaciones sociales, tenemos que trascender nuestro papel como ejecutores de esa política exterior pública y arremangarnos, comprometernos, mucho más, con una mirada más amplia, en trabajar la coherencia. Gaza es trágicamente el ejemplo del poco compromiso que hay por la paz, los derechos humanos, la dignidad de los pueblos, contra el colonialismo del Estado israelí y también de Estados Unidos, que lo sostiene. Gaza es un fracaso colectivo. Y a veces diría que, de manera casi ridícula, a través de la cooperación intentamos que esa situación parezca un poco más aliviada o lavarle la cara. El caso ahora de la ayuda humanitaria en Gaza, lo que se está intentando hacer a través de los corredores marítimos, incluso puede favorecer al ocupante, la deportación final de toda la población, y de alguna manera ocultar sus planes en Gaza», afirma Miquel Carrillo sobre los recientes envíos de ayuda humanitaria a través del mar. «Tenemos que poner la cooperación en su lugar. La cooperación es importante, no voy a decir lo contrario, tiene un potencial brutal. Pero sobre todo tenemos que exigir coherencia a nuestras políticas y coherencia con la creación de un mundo donde la justicia social esté en el centro. Debemos imaginar las personas, la paz, los cuidados… de otra manera», concluye Miquel Carrillo.